Huerta Vieja a la Cueva de los Machos

[Juan José Frías Mora]

El recorrer el sensacional sendero que asciende desde la Huerta Vieja a la Cabañuela es una auténtica delicia en cualquier parte del año. En este caso con una incipiente primavera, la vegetación despertando del letargo invernal y un monte cubierto de encinas y quejigos, tapizado todo ello de un espeso manto de musgo; las currucas y zarceros trinando y de fondo la sintonía del Hombre y la Tierra es uno de los placeres terrenales más sublimes, que criatura humana pueda experimentar.
La Huerta Vieja son los terrenos de unas antiguas huertas de los pobladores de la Cabañuela. Ésta es una cortijada que se encuentra a unos 5 km de la Huerta Vieja. Ésta a su vez fue utilizada como vivero de pinos y en la actualidad es una zona de acampada controlada.
El sendero arranca en el puente que cruza el arroyo de la Cabañuela hacia una hermosa y caudalosa fuente de dos caños. Remonta así, el sendero señalizado hasta un cortafuegos, que realizó adecuadamente su función al detener, en este punto el pavoroso incendio que asoló las Villas en 2005.
Ascendiendo llegaremos a unas antiguas labores (tierras de cultivo) denominadas del Robraillo de Arriba, donde existe una hermosa era.
Entraremos ahora en un monte denso de umbría, muy fresco en verano, que es atravesado por el arroyo de la Merera. Hay que tener cuidado pues por aquí ronda el espectro de la Encantá (1)
Si la Encantá nos lo permite (lo hará siempre que seamos respetuosos con el medio que nos rodea) seguimos caminando encontrado a nuestra izquierda un antiguo terreno de cultivo, el huerto del Tío Félix. Seguiremos ascendiendo; a veces se observan los restos del trazado las acequias que dirigían el agua desde los arroyos las huertas y que pueden hacernos pensar en que son caminos.

Poco antes de llegar a la Cabañuela podremos observar algunas de las traviesas de madera de enebro que servían para sujetar las piedras que ahormaban el camino evitando la erosión por las escorrentías de agua.
Justo antes de la cortijada, a nuestra izquierda el arroyo de la Cabañuela y a nuestra derecha un pequeño terreno antiguo con una pared de piedra y un agujero en medio; es el huerto del Pichón.
Cuando ya estamos frente a los cortijos, existe a la izquierda una sima donde se depositaban los animales muertos, como medida higiénica. Es sima de la Torquilla (2)

El llegara a este paraje es la mejor recompensa a nuestro caminar. Extensos campos de cultivo (labores) rodeados de un denso bosque de encinas en un ídilico paraje.
En los cortijos existe la casa Grande o Cortijo de Madre Carmen (madre de Antonio).
Frente a la cortijada existe una pequeña elevación, un cantón en alto, junto al nacimiento del arroyo de la Merera o Fuente de Arriba, está los restos de la Casa de Madre Maravillas. Fue la pionera en habitar el lugar. Mujer de armas tomar, grande y fuerte. Los hijos eran bastante brutos. Uno de los juegos era sujetarse boca abajo con las manos cogidas con la hierbas y el contrincante debía darle la vuelta. Un hermano al otro intentándolo lo apretó tanto que lo reventó por dentro, le partió la columna, muriendo tras este brutal juego.

Junto al un panel mirador existe un mermecino (almez) grande junto arroyo que parte labores, plantado por Madre Maravillas y junto a él existía una gran noguera que se volcó el mismo día que el último habitante de la Cabañuela se marchó en 1965. Es el símbolo de la decadencia de este lugar a partir de su despoblamiento.
Desde los cortijos en sentido oeste parte una difusa senda que nos lleva a un corralón entre encinas y boliches; es La tiná del Claro, un hombre que se llamaba así, también de uso comunal para guardar vacas. Se superan estas encinas y se sube a Poyo Juanito, la zona mas alta que se cultivaba. Desde aquí sigue la senda ascendiendo hasta el arroyo de la Cueva de David. Éste es un abrigo que se cercaba con piedras para guardar el ganado por la noche evitando a los depredadores; es un Cenajo, la Cueva de David. Tiene la peculiaridad de tener una cascada que cae por delante del mismo. Salimos de este bello paraje por un precios tranco elevado que nos lleva al camino principal o camino de la Hoya. Aunque el incendio de 2005 si llegó aquí, se mantiene, aunque muy desdibujado por la erosión. Es muy bello y muy pendiente. Nos llevará a la Hoya; otra antigua zona de cultivo, donde es paraje es desolador. Terrenos calcinados por el fuego, enormes troncos quemados, cortados y tirados en el suelo, pequeños rebrotes de monte bajo y un desierto de pedregoso con el suelo cuenierto de rocas sueltas que hacen una auténtica odisea el caminar por este páramo calcinado
Frente a esta Hoya se encuentra la cueva de los Machos a la que accederemos por un estrecho y empinado canuto. La llegada a esta gran cueva oradada con dos salidas, abovedada, con ventanales y columnas, compensa la fatiga del duro ascenso hasta la misma.
La vuelta se hace por el mismo lugar hasta la Cabañuela y el vehículo.
(1) Leyenda de la Encantá
La Encantá era una aparición sobrenatural, con toda seguridad la propia Madre Naturaleza, que tomaba el aspecto de una hermosa dama, que mesaba sus hermosos cabellos o acunaba un niño. Velaba por la moral y buenas costumbres de los habitantes de las aldeas vecinas y era protectora de la naturaleza y velaba porque todas las actuaciones que se realizaran fuesen respetuosas con el medio natural.
Columbario padre de Agustina, tras un día de fatigoso trabajo en el campo desbrozando monte, ya le rondaba la cabeza de que la Encantá debía estar molesto con él. Al pasar el arroyo de la Merera la Encantá lo cogió de la espalda. Mientras mas tiraba él, mas lo agarraba. El miedo hizo que cuando miraba para atrás no veía a nadie. Era la Encantá reprochándole el hecho se sacar monte para tierras de cultivo.
Se quedó toda la noche enganchado en una piedra en la mitad del arroyo. De hecho hoy hay una piedra, junto al borde del arroyo, donde se quedó Columbario. Otra noche se le apareció la Encantá en forma de tejón, enfrentándose a él con la boca abierta y las garras en actitud amenazante.
Esta leyenda me ha sido transmitida por Juan Manuel marido de Agustina, cuyo padre Columbario, vecino de la Cabañuela, presenció la aparición de la Encantá en numerosas ocasiones.

(2) Anécdota de la Sima de la Torquilla
Aunque las relaciones entre aldeas eran buenas, también solía haber disputas entre vecinos. En una ocasión cuando los mozos de la Cabañuela tenían todas las herramientas preparadas para sembrar y la tierra dispuesta, los mozos de Bujaraiza subieron y una noche les rompieron todas las herramientas y desarmaron las tablas, por lo que no pudieron sembrar.
En respuesta a este hecho, los mozos de la Cabañuela derivaron el arroyo de la Cabañuela hacia la sima de la Torquilla, por lo que las labores del Robraillo de arriba, que era sembrado por las gentes de Bujaraiza, no pudieron regar hasta que les compensaron las pérdidas.
Los topónimos y las anécdotas se las debo a Antonio del el Bar El Puente de La Estación de Espeluy

[Juan José Frías Mora]

[Juan José Frías Mora]

[Juan José Frías Mora]

[Juan José Frías Mora]

[Juan José Frías Mora]