1. Km 0
Salimos del refugio Campo del Espino, en medio
de la sobrecogedora soledad de la altiplanicie de
Los Campos de Hernán Perea. A nuestro alrededor,
un paisaje muy abierto y desarbolado, con
amplias vistas, dominado por grandes pastizales,
montículos ondulados, rocas muy fragmentadas
y, probablemente, algún rebaño de ovejas segureñas
observadas desde el cielo por el buitre leonado.
Atención a las nevadas invernales, que son
frecuentes y que no hacen nada recomendable
aventurarse por un territorio en el que los caminos
quedan borrados y con pocas referencias orientativas
para quienes no los conocen bien. Echamos
a andar por la pista forestal, bien balizada. No hay
árboles a nuestro alrededor, excepto los que vemos
a lo lejos cubriendo las laderas del Pinar del
Risco, que cerrará el paisaje por nuestra izquierda
a lo largo de varios kilómetros. Más allá de esas elevaciones,
el terreno cae vertiginosamente hacia el
valle del Guadalquivir, hoy cubierto por el embalse
de El Tranco. Recorrido poco más de 1 kilómetro
vemos a la izquierda el Cortijo de Serafín, uno de
los pocos que hay por la zona.
2. Km 1,5 - Pozo Turmas
A nuestra derecha vemos el pozo y los abrevaderos de Pozo Turmas. No siempre tiene agua, porque
dada la elevación y la poca pendiente del terreno, las aguas que surgen en todo este entorno son muy
superficiales, es decir, están a poca profundidad y no siempre se acumula agua suficiente como para
que mane con continuidad. En medio de los pastizales aparecen también parcelas labradas, a veces en
pequeñas depresiones con suelo más profundo donde el terreno es propicio para el aprovechamiento
agrícola. Se dedican al cultivo de cereales de secano, normalmente avena o centeno, y en algunas ocasiones
de unos exquisitos garbanzos. El paisaje comienza a tornarse más montuoso.
3. Km 3,3 - Tinada y fuente de Las Palomas
Pasamos junto a la hermosa tinada de Las Palomas, de uso ganadero, y un poco más adelante llegamos
a la fuente del mismo nombre, junto a una pequeña chopera que es como un oasis en este paisaje
desarbolado. El nombre de Las Palomas se debe a que es el del calar que tenemos a la derecha, cuya
cumbre, que roza los 2000 metros de altitud, es una de las más elevadas del parque natural. Seguimos
gozando de un cierto ambiente de Finisterre, de estar
en un lugar del fin del mundo, perdido, elevado, solitario
y conmovedor.
4. Km 5,1 - Cañada de la Cruz
No son muchos los lugares de referencia en el uniforme
y vasto paisaje de los Campos de Hernán Perea, pero
este es uno de ellos. Es una larga y encajada franja de
terreno llano y fértil, donde se cultivan cereales y se
cruzan varios caminos importantes, como el GR 144,
denominado Ruta de la Trashumancia, que proviene
de la aldea de Don Domingo, y con el que coincide durante un tramo el sendero Bosques del Sur. En
años generosos de lluvias, buena parte de la Cañada de la Cruz se convierte en una laguna temporal
durante el invierno y la primavera. Esta circunstancia, además de aportar un inesperado elemento de
diversidad paisajística, ha servido para que los científicos realicen un estudio palinológico usando el
polen de los sedimentos depositados en la laguna, como resultado del cual se desprende una sorprendente
película de la evolución del paisaje vegetal de estas montañas durante los últimos ocho milenios,
y que comentamos en el recuadro destacado adjunto.
A partir de aquí el paisaje cambia. Si, al comienzo de la etapa 16, a partir de Rambla Seca, el sendero
Bosques del Sur dejaba de hacer honor a su nombre para internarse en esa bellísima excepción desarbolada
que son los Campos de Hernán Perea -denominados por la población local Los Campos, a
secas- el último tramo de la etapa 17 recupera la normalidad en el paisaje cobijando de nuevo al caminante
bajo el pinar de salgareño. Un pinar, todo hay que decirlo, que no impresiona demasiado, pues
es de repoblación, pero en el que destacan algunos grandes ejemplares que por alguna razón nunca
sucumbieron al hacha.
A nuestra derecha tenemos el monte Mariasnal, y a la izquierda la Reserva Andaluza de Caza, que es heredera
directa del legendario Coto Nacional de Caza de Cazorla-Segura, creado en 1960 para favorecer
la caza mayor y que dio un vuelco a la vida en la comarca, ya que, mientras se repoblaba el monte con
ciervos y jabalíes para favorecer la caza mayor, se despoblaba de humanos obligados a abandonar sus
viejos cortijos por las buenas o por las
malas. Crueles paradojas de tiempos,
por suerte, pasados, pero que han dejado
una honda huella social.
Más adelante, en el km 8,7, encontraremos
el cruce -a contramano, pero
bien señalizado- que nos conduce al
Mirador de Juan León, un lugar de soberbias
panorámicas desde donde se
pueden divisar, precisamente, algunas
de las aldeas abandonadas en aquellos
años amargos, como Los Centenares y Los Miravetes. A este mirador natural se llega también desde el
nacimiento del Segura por la derivación 6 del sendero Bosques del Sur.
5. Km 9,6 - Nacimiento del Segura
El sendero Bosques del Sur llega en este punto a uno de los enclaves de mayor identidad simbólica del
parque natural: el nacimiento del río Segura, que toma su nombre del de la Sierra y comarca en la que
se sitúa (y no al revés, como a veces se dice). En una espectacular poza cristalina de unos 7 metros de
diámetro por 6 de profundidad, cuyo estado es muy variable según la climatología del año. El agua
mana por la boca de una cueva que forma parte del sistema subterráneo que recoge las abundantes
precipitaciones de agua y nieve caídas en la cercana altiplanicie de los Campos de Hernán Perea, que
son una auténtica esponja.
Pero todo el entorno del nacimiento tiene, además, una singular importancia para el conocimiento
de la prehistoria de estas montañas, habitadas desde tiempos muy remotos. Por ejemplo, en el Abrigo
de La Cañada de la Cruz, que se ve unos 300 m antes de llegar al nacimiento, arriba a nuestra derecha
según llegamos desde el sur, alberga pinturas rupestres que representan una figura femenina y escenas
de caza con arco. Se consideran pertenecientes a los momentos medios o finales del desarrollo del arte
levantino. Más allá, también en la ladera derecha según llegamos por nuestra ruta, casi sobre la poza
donde el río Segura ve la luz, está la Cueva del Nacimiento. Se trata de una cavidad de poco fondo pero
con más de 20 m de abertura, que en la actualidad se usa como cenajo (corraliza para el ganado). Está
datada la presencia humana en la cueva desde el Paleolítico Superior, en torno al 9250 antes de nuestra
era, hasta el Neolítico Final, alrededor del 2040 antes de nuestra era. Las investigaciones arqueológicas
han demostrado que, en época prehistórica, no sólo se cazaban ciervos, jabalíes y cabras monteses,
sino especies ya extinguidas en la zona, como el corzo y el rebeco. Por otra parte, los estudios del polen
depositado en la cueva durante miles de años muestran que en fases del Neolítico Medio fueron mucho
más abundantes que hoy determinados árboles de hoja caduca, como el abedul, el avellano y el olmo,
llegando a estar presente el haya, hoy extinguida. Fauna y flora que nos hablan, por tanto, de un clima
más húmedo y frío que el actual.
La ruta pasa por la aldea de Fuente Segura y sigue por una senda tradicional con alguna breve salida a
la carretera. Discurre flanqueada a la izquierda por una larga lastra (piedra lisa) oblicua, y a la derecha
por la primerísima de las muchas vegas que ha de regar el río Segura en su largo camino hacia el Mediterráneo.
Este es un vallecito familiar, casi íntimo, al que el Segura regala sus aguas más limpias. Algunas
de sus huertas ya están abandonadas, pero hasta hace algunas décadas cumplieron un papel vital en la
economía de subsistencia de estas aldeas. Hoy algunas siguen vivas y abundan los manzanos, los perales
y las nogueras plenamente productivos.
6. Km 14 - Pontones
La etapa finaliza en Pontones, o, para ser más exactos, en Pontón Bajo, pues más arriba está también
Pontón Alto. Pontones es un pequeño pueblo íntimamente ligado al río Segura. En ambos Pontones
encontrará el caminante acomodo para comer y dormir. Dormir, por cierto, en cama, lo que agradecerá
infinitamente si viene de recorrer las largas etapas que vienen desde Cazorla, en la mayoría de las cuales
habrá tenido que pernoctar en espartanos refugios de montaña.
Para salir de Pontones y empezar la etapa 18, basta con atravesar el pueblo hasta la carretera A-317. A
la salida de Pontones hacia Santiago de la Espada encontraremos un pequeño mirador con una valla de
madera y una caseta blanca, donde está el panel informativo de inicio de la siguiente etapa.
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En el parque natural nacen dos de los ríos más importantes
del sur de España: el Guadalquivir y el Segura,
que desembocan en el Atlántico y el Mediterráneo
respectivamente. Las Sierras de Cazorla, Segura y Las
Villas reciben importantes precipitaciones en forma
de agua y nieve, siendo uno de los islotes pluviométricos
más importantes del sur de España, en contraste
con las limitadas precipitaciones de los ámbitos meridional
y oriental del parque natural, que conectan
con las provincias de Granada, Almería y Murcia. Este
gran macizo montañoso es, por tanto, un enorme reservorio
de agua, tanto superficial como subterránea,
y además conforma una divisoria de aguas entre las
cuencas atlántica y mediterránea. La mayor parte del
parque pertenece a la primera, pero parte de la zona
norte, en la Sierra de Segura, por donde discurre esta
etapa, corresponde a la segunda.
El nacimiento del Segura, en la bellísima poza de
Fuente Segura, está precisamente en esta etapa del
sendero GR 247 Bosques del Sur. Después el río corre
profundamente encajado por el término de Santiago-
Pontones, donde es embalsado en el pequeño embalse
de Anchuricas. Recibe por su margen izquierda
las aguas del río Madera, que discurre entre grandes
pinares, y por la derecha las del Zumeta, que va marcando
el límite con Albacete hasta unirse al Segura en
Las Juntas de Miller, que en ese punto sale del parque
natural. Otro de los afluentes del Segura en el parque
es el Tus, que nace en el municipio de Siles y se une al
Segura en tierras albaceteñas. Estos cuatro ríos y otros
afluentes menores, recorren zonas de gran belleza y
relevancia ecológica.
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